lunes, 25 de mayo de 2020


Comparto el cuento que trabaje con los alumnos de 1°E para el 25 de mayo de 1810. 

EL NEGRITO PALMIRO

               

El Negrito Palmiro vivía con su mamá Tomasa en una de las tantas habitaciones de la cómoda casa de Los Pereira, una de las familias más adineradas de la época. La casa era muy grande, las paredes blancas, las tejas rojas y sus ventanas estaban adornadas por rejas de hierro y por algunos maceteros con flores.
 Todas las habitaciones daban al patio central, donde la familia se juntaba a tomar mate y a comer pastelitos.
La habitación de Palmiro no era lujosa, ya que se mamá sólo era una esclava que trabajaba durante gran parte del día. Palmiro la ayudaba en todo lo que podía, y  en su tiempo libre se divertía jugando  al gallito ciego con otros niños del lugar.
Una mañana Palmiro se levantó temprano, salió al patio y vio que su mamá sacaba agua del aljibe y preguntó: - ¿Qué ocurre, mamá? ¿hay mucho trabajo?. -Sí, Palmiro. Parece que algo importante está por ocurrir porque los Pereira van a dar una tertulia para festejarlo, -¿Festejar qué?, ¿Vos no sabes nada?.
-¡Pero, Palmiro!, ¿Cómo puedo saber qué ocurre?. La señora y el señor a mi no me cuentan esas cosas, y ahora deja de hacer tantas preguntas y andá hasta la plaza a comprar algunas velas, que los patrones me encargaron que encienda una en cada candelabro del salón.
Palmiro fue saltando por las calles de barro ya que había llovido y se formaron charcos. Mientras pensaba desde que  ventana espiaría el festejo de Los Pereira  y sus invitados.
Estaba tan distraído en sus pensamientos que se tropezó con una piedra y embarro el vestido de Rosita.
-¿Por qué no miras donde pisas?. La próxima vez vas a recibir un castigo. 
Le dijo Rosita, mientras continuaba con su camino y pregones : -¡Mazamorras calentitas, mazamorras bien sabrosas! Compre usted, se lo aseguro, son de las más deliciosas...
Palmiro siguió caminando rumbo a la plaza, pero esta vez decidió que caminar por la calle le traería menos problemas.
-¡Cuidado Palmiro! -grito el aguatero, justo en ese momento pasó una diligencia y Palmiro quedó embarrado de los pies a la cabeza.
Así como estaba embarrado y todo sucio, Palmiro continúo con su camino, pero una vez que llegó a la plaza no encontró al vendedor de velas, pero sí a una gran cantidad de damas y caballeros que esperaban ansiosos mientras miraban uno de los balcones del Cabildo.
En ese momento un señor se asomó al balcón y dijo:-¡ Se ha formado el Primer  Gobierno Patrio! ¡Somos libres, el pueblo puede festejar!, ¡VIVA LA PATRIA!, ¡VIVA!.
Palmiro, al escuchar lo que ocurría  corrió a contárselo a su mamá, pero antes consiguió las velas que ella le había encargado. Todo indicaba que el festejo de ese día era muy importante y que duraría hasta largas horas de la noche.

         Fin


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